SOLO LA LUCHA INDEPENDIENTE DE LAS MASAS DERROCARA A LA DICTADURA

Resolución de la Segunda Conferencia Exterior de la Liga Comunista de Chile

Abril de 1980


CHILE BAJO EL FASCISMO

1.- Nos encontramos a seis años y medio del triunfo de la contrarrevolución en Chile. La dictadura militar de corte marcadamente fascista instaurada entonces se propuso llevar tan lejos como le fuera posible una política de brutal represión en contra del movimiento obrero y popular, intentando liquidar todas sus principales conquistas políticas y sociales que eran el fruto de largos años de lucha contra el Estado y los patrones. Esta ha sido y es la función principal del régimen político instaurado el 11 de septiembre del 73, con el fin de hacer viable la implantación de un modelo de acumulación capitalista concebido en función exclusiva de los intereses de los grandes grupos monopólicos y financieros que operan en el país en estrecho vínculo con los principales círculos financieros imperialistas. La dictadura militar ha sido y es el principal instrumento con que cuenta el imperialismo para ejercer su dominio sobre el país en la medida en que ha pasado a constituir el centro de decisión política más importante de la burguesía y el garante más seguro frente al movimiento obrero y sus luchas. Este solo rasgo permite ilustrar la magnitud de la crisis estructural que sacude al sistema capitalista en Chile y otros países de América Latina en su actual fase de desarrollo.

2.- Lo que distingue al régimen militar chileno de los que existen en otros países del continente no son, ciertamente, sus objetivos, sino las condiciones específicas de su constitución y, como consecuencia de ello, el grado extremo en que necesitó, y pudo apoyarse en una política de represión brutal dirigida principalmente contra la clase obrera y los partidos de la izquierda. En efecto, la dictadura militar en Chile es la encarnación más directa de una derrota aplastante del movimiento obrero y popular a manos de la burguesía, en las condiciones de la crisis revolucionaria abierta existente en 1973. Es el producto directo de la contrarrevolución triunfante que aplasta al movimiento obrero y sus luchas como culminación de un período de aguda, crisis política, de grandes enfrentamientos de clase, de amplias movilizaciones de masas, de graves resquebrajamientos de las instituciones del Estado burgués, incluidas las FFAA, y en el que las fuerzas Contrarrevolucionarias logran movilizar a una muy amplia base de masas principalmente pequeñoburguesa. Es el mismo tipo de crisis política del que proceden históricamente los regímenes fascistas así como similares sus métodos y objetivos.

3.- Los "frutos" de seis años y medio de dictadura, militar fascista son demasiado conocidos para que merezcan una referencia especial. Los efectos de su política han sido, en todos los planos, devastadores para la inmensa mayoría de los chilenos y, como era de esperar, ello ha conducido a la dictadura a una situación de agudo aislamiento social y político, no sólo dentro de Chile, sino también en la arena internacional. La cohesión del frente burgués, y en última instancia de las propias FFAA, han pasado a constituir los únicos soportes efectivos en los que se apoya el régimen militar. La represión despiadada su principal instrumento de intervención política con vistas a "disciplinar" a la población, y principalmente a los trabajadores, de acuerdo con los intereses de sus amos imperialistas. Sin embargo, puede suponerse con razón que esta situación de aislamiento, al menos aquella en la que se encontró rápidamente colocada en el plano interno, debe haber figurado desde un comienzo en los cálculos de la tiranía que no podía esperar que la mayoría de la población, permanentemente agredida por su política económica al servicio de los monopolios, fuese a aplaudir entusiasta esa política. Pero la dictadura confiaba en que el uso del terror mantendría a suficiente distancia al movimiento obrero y popular.

El MOVIMIENTO OBRERO SE REORGANIZA Y LUCHA

4.- La dictadura de los militares fascistas confiaba en prolongar la validez de este esquema por un largo período cuyo término no era siquiera posible imaginar. Las condiciones de las que surgió el régimen militar le auguraban, a primera vista, una larga vida, como aquella de la que habían gozado otros regímenes reaccionarios en Europa y América Latina. La represión brutal y sin control exterior de ninguna especie rindió inicialmente los frutos esperados. La condición fundamental de validez y continuidad de este esquema consistía en impedir que el descontento creciente que la política de superexplotación implementada generaba inexorablemente en sectores cada vez más vastos de la población encontraba las formas y canales de expresión abiertas de la protesta pública, masiva y organizada. En estas condiciones el régimen podría prolongar su existencia por largos años, a pesar de no ser ya la expresión de las relaciones de fuerza entre las clases que le dio origen, a pesar del rápido deterioro de su base de sustentación original. Sin embargo, es del todo evidente a estas alturas que los esfuerzos desplegados por la dictadura en tal sentido han conocido un rotundo fracaso arrastrando al conjunto del modelo a una crisis de grandes proporciones.

5.- En realidad, la dictadura nunca logró liquidar completamente la actividad de resistencia que los sectores más conscientes y combativos del proletariado y las amplias masas populares opusieron desde un primer momento a su política de brutal represión y superexplotación. A pesar de la derrota aplastante sufrida el 11 de septiembre, del reflujo generalizado y profundo de la actividad de las masas, de la desmoralización y los fuertes golpes recibidos, de la completa impunidad con que podía actuar la dictadura en la represión de cualquier manifestación de protesta o de resistencia y del desamparo en que se encontraba frente a esta situación cada combatiente antifascista; a pesar de todo ello, la tiranía jamás logró desarticular los esfuerzos de la vanguardia obrera y sus organizaciones políticas por contener el reflujo y organizar un amplio movimiento de resistencia activa a la política y los planes de la dictadura. La existencia de la prensa clandestina ha sido en todo momento un importante factor de organización de la lucha a la vez que una inagotable fuente de estímulo y esperanza en las difíciles condiciones de la derrota, manteniendo viva la perspectiva de una pronta recuperación del movimiento obrero y sus luchas. En última instancia, esto ha sido la expresión del profundo enraizamiento alcanzado en el seno del movimiento obrero y popular chileno por su rica tradición de lucha y organización clasista.

6.- Pero aún hay otro factor que, conjugado con el anterior, permite comprender el relativamente rápido deterioro del esquema de dominación política instaurado el 11 de septiembre, bajo los persistentes y cada vez más vigorosos golpes de la protesta obrera y popular: nos referimos a la naturaleza del período que a escala internacional conocen la crisis estructural del capitalismo y el avance de la revolución mundial. Vivimos la época de la decadencia definitiva del sistema capitalista a escala mundial. En el cuadro de esta época, asistimos hoy día a un período marcado por la más profunda crisis económica que haya sacudido al conjunto del sistema desde, por lo menos, antes de la segunda guerra mundial y a un vigoroso ascenso de la lucha revolucionaria de las masas oprimidas del planeta que ha propinado en estos años una cadena de golpes contundentes al imperialismo, operando una sustancial modificación de las relaciones de fuerza entre las clases a escala internacional a expensas del imperialismo que tras su aplastante derrota en Indochina ha perdido, al menos en forma transitoria, la capacidad de asumir la iniciativa frente al avance de la revolución mundial. Ello se ha traducido en una importante fuente de estímulos y confianza en sus propias fuerzas para los sectores de vanguardia que dentro de Chile impulsan la lucha antidictatorial.

LA BURGUESIA NO ENCUENTRA UNA SALIDA

7. - La crisis patente del modelo dictatorial instaurado a partir del 11 de septiembre, incapaz ya de contener las crecientes manifestaciones de lucha de las masas -es decir, incapaz ya de cumplir la función política para la que se había estructurado sobre la base del uso a gran escala del terror y la violencia sobre el movimiento obrero- ha hecho cada vez más agudas las divisiones existentes en el campo burgués. Las diversas fracciones de la burguesía debaten abiertamente sobre la forma más adecuada de preservar la continuidad del sistema en las nuevas condiciones creadas por la recomposición del movimiento obrero y sus luchas, atrapadas entre el temor a que sea el "inmovilismo" de la dictadura o un proceso de "democratización'' impulsado desde arriba lo que provoque finalmente un estallido incontrolable de movilizaciones populares y cuyas consecuencias serían muy difíciles de prever. Es en esta perspectiva que se inscriben todos los esfuerzos de una u otra fracción burguesa por proceder a una rápida "reforma" del régimen de dominación política imperante, pero que en lo fundamental se orienta a la preservación de la dictadura militar.

8. - Las diversas fracciones de la burguesía definen sus posiciones en función del lugar político que ocupan en la lucha de clases. Sin embargo, tedas sus propuestas tienen como destinatarias a las FFAA reconociendo en ellas el centro de decisión política del sistema en su actual fase de desarrollo. La camarilla gobernante actúa, en este sentido, como portavoz de una de esas fracciones, tratando de preservar en lo fundamental, es decir, sin grandes concesiones, las ventajosas condiciones que la actual política económica procura a sus negocios. La política de Pinochet expresa los intereses de los grupos financieros más poderosos del país, comprometidos directamente en la gestión del gobierno y estrechamente vinculados al imperialismo. Su programa político frente a la crisis del modelo brutalmente represivo y totalitario instaurado en 1973 consiste en "institucionalizar" el régimen dictatorial, tratando de hacerlo más operativo y con una apariencia de menor a arbitrariedad en la represión del movimiento obrero. Este proceso de "institucionalización" que la propia dictadura rechaza considerarlo como equivalente a una "apertura" contempla: 1.- la promulgación de una nueva Constitución; 2.- la designación por la Junta de un "Parlamento" ("termal"); 3.- la ratificación de Pinochet y la Junta por un período de por lo menos seis años más; 4.- la proscripción expresa del "comunismo", o inclusive de todos los partidos políticos. Todo este paquete de medidas sería "aprobado" por la vía de una nueva farsa "plebiscitaria". El "plan laboral" es un anticipo de todo este proyecto.

9.- Por otro lado, conforme crecen los signos de combatividad de las masas, las fracciones burguesas que se ubican en la oposición a la Junta encabezada por Pinochet toman mayor distancia con relación al famoso "proceso de institucionalización", postulando sus propias fórmulas para salir de la crisis en que se debate el modelo dictatorial y evitar que ésta desemboque en una crisis aún mayor, marcada por la irrupción violenta y generalizada de las amplias masas populares en el escenario político, arrasando al régimen dictatorial y planteando con ello una muy seria amenaza a la continuidad de todo el sistema. La actividad de estos sectores se encuentra fundamentalmente centrada en la elaboración de una propuesta de institucionalización del Estado burgués alternativa a la de la Junta, bajo la rúbrica general del "retorno a la democracia". El organismo a través del cual se materializa esta elaboración es el llamado "grupo de los 24". Una de las propuestas claves formuladas por personeros de este organismo es que se convoque a una Asamblea Constituyente para la elaboración de una nueva Constitución. El principal objetivo político de estas propuestas no es, ciertamente, la democratización del país, como demagógicamente proclaman sino, por el contrario, la continuidad del régimen dictatorial. Con este objetivo postulan el rápido reemplazo del método ya agotado de la "imposición" por el de la búsqueda de un "consenso", que asegure un mínimo de estabilidad y paz social por un largo período. E1 modelo más próximo de este proyecto, según lo reconocen sus propios veceros, es el "Pacto de la Moncloa" logrado por el gobierno español con la activa colaboración de los aparatos traidores del PC y del PS que detentan la representatividad del movimiento obrero. La esencia de este "pacto social" es lograr que el movimiento obrero acepte cargar sobre sus hombros el costo de la "democratización", es decir, se comprometa a no poner en cuestión bajo ninguna forma la estabilidad del sistema.

EL REFORMISMO OBRERO POSTRADO ANTE LA BURGUESIA "DEMOCRATICA"

10.- La función política de los aparatos reformistas que se reclaman de la clase obrera y que operan en su seno es la de disciplinar y subordinar a los trabajadores al acatamiento del orden burgués. Más allá de las racionalizaciones que utilicen, actúan objetivamente como lugartenientes de la burguesía en el seno del movimiento obrero, según la conocida fórmula de Lenin. la presencia y la acción de estos aparatos constituye un obstáculo formidable al desenvolvimiento impetuoso y combativo de las luchas de las amplias masas populares, constituyéndose en un decisivo factor de estabilidad del sistema. Tal es el papel principal que han jugado en Chile desde hace 50 años el PC y el PS, y que hoy encuentra su prolongación en la política que propugnan estos aparatos y la Unidad Popular en su conjunto. La cobertura ideológica tradicionalmente empleada por el eestalinismo en Chile y el resto de los países dominados por el imperialismo ha sido la teoría menchevique de la "revolución por etapas" que se esfuerza por identificar en el seno de las clases dominantes sectores "progresistas" o "democráticos" en oposición a otros "reaccionarios" o "fascistas". Todo el objetivo de las luchas obreras y populares consistiría, "en esta etapa", en apoyar a las fracciones "progresistas" de la burguesía en contra de las "reaccionarias" tras la meta de una sociedad de "democracia avanzada". Este objetivo continúa siendo válido aún en el caso de que las fracciones "progresistas" de la burguesía lo abandonen, aterrorizadas por el auge de las luchas populares, como ocurrió concretamente en Chile en 1970-73. Si en los momentos de crisis las fracciones "progresistas" de la burguesía se muestran inconsecuentes con el rol que los aparatos reformistas les asignan, éstos por el contrario ponen de relieve con más nitidez que nunca el rol objetivamente contrarrevolucionario de su política.

11.- La crisis del modelo dictatorial ante los crecientes signos de reorganización del movimiento obrero y sus luchas nos brindan una nueva oportunidad de comprobar el rol objetivamente contrarrevolucionario que los aparatos reformistas se empeñan conscientemente en desempeñar, como "quinta rueda" del carro burgués, es decir, tratando de limitar por anticipado la lucha antidictatorial a los objetivos de la "democracia" burguesa bajo la tuición de los "militares patriotas". Así, todos los esfuerzos que despliegan estos aparatos se encuentran orientados en la misma dirección que los sectores burgueses de "oposición", compartiendo con ellos el objetivo de lograr una mera reforma del régimen dictatorial pero que, cubriéndose con los colores de la "democracia", pueda impedir el estallido de una profunda crisis política como consecuencia de un accionar independiente de las masas. El carácter de los acuerdos políticos que ya han sido alcanzados entre las fracciones burguesas de "oposición" y los aparatos traidores del movimiento obrero, en el cuadro por ejemplo de la "Comisión de los 24" o del "Comando de Defensa de los Derechos Sindicales", así como de los insistentes llamados de estos últimos a conformar una al alianza estable y duradera sobre la base del programa de "democratización" de las primeras, son sumamente ilustrativos a este respecto. Igualmente lo es su renuncia deliberada a emprender una lucha efectiva por la reorganizacion.de la CUT. La esencia de esta orientación traidora consiste en desalentar todas las iniciativas de organización y lucha independientes de las masas, confiando principalmente a los "militares patriotas" la misión de desplazar del gobierno a la camarilla de Pinochet, sin cuestionar en absoluto la continuidad del Estado burgués e, incluso, de la propia dictadura militar. En síntesis, la concepción que sustentan de la lucha antifascista se encuentra en directa correspondencia con su función política contrarrevolucionaria. No piensan ni actúan como comunistas sino como vulgares "demócratas pequeñoburgueses" de acuerdo con la fórmula empleada por Lenin para caricaturizar a los mencheviques y su política frente a la autocracia zarista.

12.- Como de costumbre, han sido los estalinistas quienes han llevado más lejos sus propuestas de colaboración de clases dirigidas a la burguesía "democrática". Ello confirma, una vez más, que las únicas corrientes que están en condiciones de ofrecer una política coherente a los obreros son el trotskismo y el estalinismo: la una coherentemente revolucionaria; la otra, coherentemente contrarrevolucionaria. Según los estalinistas, "no se plantea, en reemplazo del fascismo, la constitución de un Estado socialista ni la de un régimen típicamente burgués, En otras palabras, el dilema no es fascismo o socialismo, ni simplemente fascismo o democracia burguesa. Lo que corresponde es un nuevo régimen democrático, popular y nacional, que favorezca y promueva los cambios que emanen de las necesidades objetivas del progreso social". La idea central de este párrafo es clara, a pesar de estar adornada con una colorida fraseología populista; no está en cuestión, para los estalinistas, la continuidad del Estado burgués, no está planteada la actualidad de la resolución proletaria; sólo hay que luchar por un cambio de gobierno o a 1o más un nuevo régimen institucional en los marcos del Estado burgués. Es en el cuadro de esta concepción, que niega por anticipado toda posibilidad de luchar por el socialismo, que el Secretario General del PC ha declarado: "No queremos una nación dividida en tres porciones -izquierda, derecha y centro- ni en dos mitades. La anhelamos unida en torno a los valores de una democracia política y social, que enfrente como un solo bloque a los adversarios internos y externos de su independencia y progreso". Esta vergonzosa apología de la democracia burguesa y la "unidad nacional" constituye la negación misma de la lucha de clases y una brutal confesión de la función política contrarrevolucionaria del aparato estalinista.

13.- Es en el cuadro de la concepción antes enunciada que el estalinismo ha avanzado propuestas específicas dirigidas principalmente a la DC y a los "militares patriotas" con vistas a materializar un proyecto estable de colaboración de clases: "la primera, actuar unidos para terminar con la dictadura; la segunda, buscar un consenso para construir mañana un nuevo régimen institucional, evitando el riesgo de regresar a las pugnas entre fuerzas que pueden entenderse, y la tercera, ponerse de acuerdo en la constitución de un gobierno representativo, básicamente formado por la Unidad Popular y la Democracia Cristiana". la política que inspira dichas propuestas "no responde simplemente a una línea táctica, sino a una orientación estratégica". En cuanto a las FFAA, pilar de sustentación del Estado burgués, los estalinistas han declarado: "estamos por el entendimiento con los integrantes de las FFAA. Decididamente nos oponemos al caos, a la aventura y a la revancha. No propiciamos la media vuelta a los cuarteles. Por el contrario, sostenemos que las FFAA tendrán un lugar en el gobierno provisional que suceda a Pinochet. Nos interesa, por el bien de Chile, restañar las heridas abiertas por el fascismo y ayudar a devolver a las FFAA el prestigio y el respeto de que se vieron rodeadas cuando estuvieron al servicio de la Constitución y el pueblo". Finalmente, cabe destacar la plena conciencia que los propios estalinistas evidencian en sus declaraciones y llamados a la burguesía "democrática" acerca del significado brutalmente contrarrevolucionario del rol que ellos mismos se asignan en la pugna por el retorno a la democracia": "Los que sueñan con un gobierno al margen de la clase obrera, de la Unidad Popular, en especial de socialistas y comunistas, parecen no darse cuenta de la profundidad de la crisis del país, de los cambios que se han producido, del legítimo afán de justicia con que el pueblo emergerá a la libertad. Vemos en el reencuentro de todos los chilenos democráticos, en una gran fuerza social en marcha, las posibilidades de reconstruir el país". Con reiteradas declaraciones de este tipo los estalinistas ofrecen sus servicios a la burguesía "democrática" para ayudarle a frenar y desarticular la lucha independiente de las masas y evitar de esta manera el estallido de una crisis política que, a no dudar, encerraría enormes potencialidades revolucionarias.

14.- En cuanto al PS, cabe destacar que la crisis y fraccionamiento de este aparato -con la única excepción de la CNR- no se ha realizado sobre la base de un cuestionamiento efectivo por alguna de las fracciones de la política de colaboración de clases que con una mayor desfachatez e impudicia que nadie propugnan los estalinistas sino, por el contrario, sobre la base de divergencias centradas en torno a la mejor manera de llevar esa política hacia adelante. Es claro que la fracción Almeyda-Calderón ha actuado de conjunto con los estalinistas, compartiendo con éstos su valoración del PS y su objetivo final de liquidarlo en tanto que canal a través del cual la clase obrera está en condiciones de ejercer una presión más fuerte sobre la política de los aparatos. Pero lo es también que la resistencia que han opuesto a estos designios el resto de las fracciones no supone en modo alguno una redefinición del rol que ha jugado y juega el PS en la lucha de clases en el sentido de permitir una libre expresión, de los sentimientos revolucionarios de las masas y menos aún de darles una expresión consciente. Por el contrario, su principal reivindicación frente al aparato estalinista es la de asumir el rol protagónico en la materialización a nombre de la clase obrera de una política de entendimiento con la DC de largo alcance. Algunas citas para ilustrarlo: Almeyda, entrevistado por la revista "Hoy", sostiene que "la UP no valoró lo que debía la necesidad de contar con una coalición mayoritaria de fuerzas para apoyar al gobierno. Se restó, por sectarismo, a quienes seguían a la DC ... pensamos que las distintas vertientes democráticas tienen mucho en común, más allá de la simple demanda de recuperar las libertades y el derecho a que el pueblo chileno soberano decida libremente su destino -¿Qué más tienen en común? -La aspiración de tener un desarrollo económico nacional e independiente, en función de las necesidades del pueblo... estamos ciertos que la UP y la DC pueden encontrar en estas ideas un consenso básico que permita ofrecer a los chilenos una fórmula política viable y estable de poder y de gobierno". Y refiriéndose a la división del PS añade: "no nos parece que sea el camino que conduzca a la victoria el promover la división y no la convergencia, el acentuar lo que nos separa y no lo que nos une, sea dentro del partido, de la UP o dentro de la oposición democrática". Altamirano por su parte, al igual que Almeyda, no identifica las divergencias en torno a la cuestión decisiva de la independencia política del proletariado. Por el contrario, reivindica la política de colaboración de clases aprobada por el "Pleno de Argel" y sostiene que la redefinición de la UP como "Bloque por el socialismo", "no debe concebirse como antagónico a la DC y a su proyecto, como lamentablemente ocurrió por culpas recíprocas en el pasado". Caracteriza a la fracción de Almeyda como "sectaria, burocrática y dogmática", de marcado corte estalinista y aparatista. Todo ello le conferiría en el mejor de los casos "cierta capacidad conspirativa y eficacia organizativa, pero sin ningún poder de irradiación y de convocatoria". El eje de la crítica de Altamirano a la fracción Almeyda es precisamente que, por sus concepciones "reducen el espacio político del socialismo chileno y le niegan capacidad para transformarse en eje y centro aglutinador de una vasta coalición de fuerzas sociales, políticas y culturales, marxistas y cristianas, orientadas al socialismo". La crisis del PS sin embargo no deja por ello de tener una gran repercusión sobre el conjunto de los partidos de la UP, complicando las perspectivas colaboracionistas y las relaciones mutuas de cada uno de sus componentes.

LA "IZQUIERDA REVOLUCIONARIA" A LA DERIVA

15.- El período que hemos vivido a partir del 11 de septiembre nos ofrece un conjunto de enseñanzas con relación al verdadero carácter y significado político de las diversas organizaciones que se reclaman de la clase obrera que constituyen un valioso complemento de aquellas que se derivan del análisis marxista de las luchas de clases en el trascendental período que va de 1967 a 1973. Como señalara Trotsky en varias oportunidades, un período de derrota del movimiento obrero no sólo liquida muchas de las conquistas materiales que este había logrado en el período anterior como fruto de sus combates, sino que abre paso a múltiples formas de reacción ideológica. En última instancia ellas constituyen una forma de postración ante la burguesía que expresa el estado de las relaciones materiales de fuerza entre las clases en un período de derrota, pero que no es privativa de ese período. El periodo de derrota sólo permite apreciar con mayor claridad, en toda su desnudez este fenómeno, pero bajo otras formas se expresa también en condiciones diferentes, como una característica permanente de todas las corrientes que, reclamándose de la clase obrera y sus objetivos históricos, se niegan a asumir el programa revolucionario que se corresponde con los intereses y objetivos del proletariado, es decir, el programa del marxismo, del leninismo, del trotskismo. Ya sea por la vía del Frente Popular, es decir por la vía de la subordinación directa y brutal a la burguesía "progresista" y sus instituciones estatales civiles v militares, o por la vía de la subordinación "crítica" a la política, de colaboración de clases de los aparatos traidores del movimiento obrero, todas estas corrientes y partidos mantienen un lazo de dependencia con la burguesía, que sólo puede ser roto por aquellos que asumen una lucha consecuente por la independencia de clase del proletariado sobre la base de su único fundamento programático posible, sobre la base del marxismo revolucionario. A la política pasada y presente de los aparatos traidores del movimiento obrero, el PC y el PS, debemos sumar la de las corrientes centristas de la llamada "izquierda revolucionaria" como un claro e irrefutable testimonio de ello. Carentes de perspectivas, estas corrientes se encuentran actualmente en un estado de crisis permanente que expresa su total bancarrota política e ideológica.

16.- El MIR, expresión política de un revolucionarismo pequeñoburgués, ha acentuado en el período posterior al golpe el lazo de dependencia que, por intermediación del aparato castrista, lo subordina al aparato internacional de la burocracia estalinista de Moscú, al igual que ha ocurrido con el resto de sus congéneres de la llamada "Junta de Coordinación Revolucionaria del Cono Sur". Su consideración de que los "países socialistas" constituyen "aliados estratégicos" de la revolución y otro tanto los PC, es decir, todo el aparato internacional del estalinismo; el carácter puramente puntual y limitado de sus críticas a los "viejos comunistas", frente a los cuales surgen hoy ellos, los "nuevos comunistas"; la ausencia de todo intento serio de balance del período de la UP, incluido el propio balance de la orientación seguidista que el MIR implementó en ese periodo frente a los aparatos traidores del movimiento obrero y su política de colaboración de clases que condujo al movimiento obrero al despeñadero del fascismo, son solo algunos los rasgos más destacados de esta involución ideológica que le ha llevado a definir en forma mucho más clara que en el pasado su función en la lucha de clases como flanco izquierdo del estalinismo y su política de colaboración de clases. En relación con la lucha antidictatorial, el MIR asume este rol a través de un doble movimiento: por una parte, refuerza la credibilidad del aparato estalinista y su política ante su propia militancia y ante las masas, presentándolo como parte de la "gran familia" de la izquierda, cuyos integrantes, si bien han estado en el pasado y están en el presente expuestos a cometer ciertos "errores", algunos de ellos graves, están todos vitalmente interesados y deseosos de impulsar tanto como sea posible la lucha revolucionaria de las masas. Es sobre la base de este engaño consciente que los dirigentes del MIR, esforzándose en exhibir buena conducta ante el aparato estalinista con el fin de poder ser admitido en la "familia", siembran ilusiones acerca de la posibilidad de persuadir a las direcciones traidoras del movimiento obrero de sus "errores". Es también sobre esa base que trata de justificar los "errores" del estalinismo y les brinda una cobertura "desde la izquierda". Por otra parte, su accionar concreto tiene, desde una posición sectaria y aventurera, el mismo significado objetivamente contrario a los esfuerzos de rearticulación independiente de las luchas obreras que la política del aparato estalinista. El impulso de los comités de resistencia como sustitutos de los sindicatos y en función de una actividad puramente conspirativa, así como la prédica y la práctica de la "propaganda armada", para no hablar de los delirios sobre una "retaguardia geográfica", nada tienen que ver con las necesidades del movimiento obrero y sus tareas en el combate por su recomposición política y organizativa. El ultraizquierdismo, complemento simétrico del reformismo, pasa por alto al movimiento obrero, desconfía de su capacidad de lucha y se esfuerza en levantar un sustituto. Reformismo y ultraizquierdismo son productos de la misma desconfianza y hostilidad hacia el movimiento obrero y sus luchas, y del mismo amor por los aparatos.

17.- De todas las otras corrientes centristas que surgieron y se desarrollaron en el período anterior en el cuadro de la UP, centrando su crítica en las "vacilaciones" y "falta de audacia" de los aparatos dirigentes de los partidos obreros, y no en su orientación global contraria a los intereses históricos del proletariado, ha sido la experiencia realizada por la "izquierda" del PS la que ha alcanzado una mayor significación política en el actual período. Su importancia se deriva tanto del lugar material que constituye el escenario de su actividad política -las bases militantes de uno de los principales partidos obreros- como de las grandes posibilidades abiertas para operar un reagrupamiento efectivo de la militancia socialista más combativa hacia la construcción de un verdadero partido obrero revolucionario por la propia crisis del PS después del golpe. La autoridad política y moral de los cuadros que asumieron la tarea de reorganizar la actividad de la militancia socialista después del 11 de septiembre, en contraste con la parálisis y posterior desbande del aparato de dirección en los momentos decisivos, constituían también un aspecto importante del capital político de esa corriente al comienzo del actual período. Si las expectativas de sus militantes, o aún un curso efectivo de progresión hacia la construcción de un verdadero partido obrero revolucionario, no se han materializado, es preciso determinar cuáles han sido los motivos de ello, a la vez que incorporar esta experiencia al arsenal de nuestra lucha por ese objetivo. En esta perspectiva, la más elemental constatación que imponen los hechos, es que esta corriente, representada organizativamente por la "Coordinadora Nacional de Regionales", ha sido completamente incapaz de romper el cordón umbilical que la une al "viejo PS", del que se reivindica continuadora, y por esa vía, al proyecto histórico de colaboración de clases representado por la UP y su programa. Tal ha sido y es el rasgo más sobresaliente de sus definiciones políticas, antes y después de su ruptura organizativa con el "Secretariado Exterior". Aunque reivindique frente al viejo aparato dirigente la línea política del "Frente de Trabajadores" concebido como una reivindicación de la independencia de clase del proletariado, se ha mostrado incapaz de llevar una lucha política e ideológica, contra el mismo y de fundamentar de un modo convincente su ruptura debido fundamentalmente a su reivindicación histórica del PS, de la UP, su incapacidad de comprender el verdadero carácter del PC. Por otro lado, ha sido también incapaz de definir una orientación adecuada frente a las tareas que el movimiento obrero tiene planteadas, cayendo en posiciones sectarias y ultimatistas que impiden toda posibilidad de progresión real en dirección a la construcción de una dirección revolucionaria de la clase obrera. Tal es el significado, por ejemplo, de su rechazo a una efectiva política de Frente Unico Proletario, reemplazada por un llamado de carácter ultimatista a construir la unidad de la clase obrera "sólo por la base", o de las "Comisiones obreras" opuestas a los sindicatos, o del menosprecio de la lucha democrática derivada de una visión voluntarista y sectaria con relación a las alternativas políticas que plantea la crisis del modelo dictatorial y que niega de antemano la capacidad de la burguesía para intentar prolongar la existencia del sistema por intermedio de sus agentes "democráticos" y la complicidad del estalinismo. De esta forma, asistimos hoy no solo a una total bancarrota ideólogica del reformismo, sino también a la bancarrota del centrismo, desde el MIR a la CNR, pasando por una variedad de grupos menores. Ella es expresión, tanto de la incapacidad de estos grupos en orden a romper su dependencia política e ideológica del reformismo como de su incapacidad de dar una expresión consciente y revolucionaria a las necesidades vitales del movimiento obrero y las amplias masas populares.

POR UNA ALTERNATIVA REVOLUCIONARIA

18.- La tarea central de los revolucionarios es la de coadyuvar al desarrollo de la conciencia, organización y lucha independiente de la clase obrera y las amplias masas populares, a su recomposición política y organizativa como una fuerza material opuesta al Estado burgués y sus partidarios, liberada de las ilusiones criminales esparcidas a diario por los propagandistas de la colaboración de clases y el pacifismo. Sólo la clase obrera, por su ubicación material en la sociedad y su condición de clase doblemente oprimida en un país semicolonial como el nuestro, sometido al dominio y saqueo del imperialismo, puede librar una lucha consecuente contra el fascismo, a la cabeza de las amplias masas populares. Solo la fuerza material de su número y de su organización, expresadas en amplias y combativas movilizaciones, puede aplastar y destruir de raíz el régimen dictatorial de la burguesía y abrir paso a una transformación democrática efectiva de la sociedad. Al hacerlo, como se puede observar por toda la experiencia de las luchas de clases en el presente siglo, barrerá con todo el sistema de explotación capitalista, entrelazando en un mismo y único proceso la lucha por la democracia y el socialismo. La condición básica y más elemental para que ello ocurra es que el proletariado sea capaz de defender y conservar con el mayor celo su independencia de clase frente a la burguesía y cada una de las fracciones políticas que representan y defienden sus intereses, rechazando con la mayor firmeza los cantos de sirena "democráticos" del sector de explotadores que juega actualmente a la oposición y de sus lugartenientes en el seno de las propias organizaciones obreras. Como señaló Lenin, "el proletariado es el único que puede ser -y por su posición de clase no puede dejar de serlo- demócrata consecuente hasta el fin, enemigo decidido del absolutismo, incapaz de hacer cualquier concesión o de contraer compromisos de clase alguna. El proletariado es el único que puede ser combatiente de vanguardia por la libertad política y por las instituciones democráticas, porque, primeramente, la opresión política cae sobre él con la máxima dureza, no habiendo nada que atenúe la situación de esta clase, que no tiene acceso al poder supremo, ni aun a la burocracia estatal, ni influencia sobre la opinión publica. Y segundo: solamente el proletariado es capaz de realizar hasta el fin la democratización del regimen político y social, ya que tal democratización haría pasar este régimen a manos de los obreros. He aquí por qué la fusión de la actividad democrática de la clase obrera con el democratismo de las demás clases o grupos debilitaría la fuerza del movimiento democrático, debilitaría la lucha política, la haría menos decidida, menos consecuente, más capaz de aceptar compromisos; y viceversa, el destacar a la clase obrera como combatiente de vanguardia en la lucha por las instituciones democráticas fortalece el movimiento democrático, fortalece la lucha por la libertad política, porque la clase obrera empujará a todos los demás elementos democráticos y políticos oposicionistas, empujará a los liberales hacia los políticos radicales, ira empujando a los radicales a la ruptura absoluta con todo el régimen social y político de la sociedad actual". Es esta la premisa básica de la que debemos partir y en base a ella definir todas nuestras tareas.

19.- Las reivindicaciones que nutren la lucha del proletariado y de todos los sectores explotados son, actualmente, junto con las elementales demandas de carácter económico y social derivadas de la situación de superexplotación y miseria implantada por la dictadura, las de la democracia política: es la lucha contra la represión y las arbitrariedades de la dictadura, la denuncia incesante de todos sus crímenes y la exigencia elemental de que ellos no queden sin castigo, por el derecho de todas las organizaciones obreras y populares a existir y expresarse con entera libertad y porque sea, finalmente, el propio pueblo el que elija libre y soberanamente la forma de gobierno que mejor lo represente. Todas estas reivindicaciones se concentran en la lucha por EL DERROCAMIENTO DE LA DICTADURA. El combate decidido alrededor de cada una de ellas dará un impulso cada vez mayor a la lucha de masas, permitiendo que el movimiento obrero eleve sus niveles de unidad, organización y espíritu de lucha frente a la dictadura, cuya crisis no cesa de profundizarse conforme crecen las manifestaciones de lucha de las masas. Ha sido esta situación, es decir el vehemente anhelo de justicia y libertad que las amplias masas obreras y populares han comenzado a exteriorizar con una fuerza cada vez mayor, lo que ha reabierto el "debate político" en el seno de las clases dominantes, con el evidente objetivo de escamotear las reivindicaciones democráticas de las masas. Las diversas camarillas burguesas postulan diferentes fórmulas de carácter constitucional con el propósito de contener y desarticular las luchas obreras y populares, dando una apariencia de legitimidad a la dominación política de la burguesía que le permita preservar la continuidad del sistema de explotación capitalista. La máxima reivindicación de la fracción "democrática" de los explotadores, contando además con el apoyo entusiasta de los estalinistas, es la convocatoria de una Asamblea Constituyente. Este organismo sería el encargado de sancionar la "transición'' hacia la "democracia", tal como ha ocurrido en los casos recientes de Portugal, España, Irán y Perú. Teniendo en cuenta estas experiencias, no es posible descartar de antemano el que tales maniobras, puedan alcanzar cierto éxito en su objetivo real de frenar y desarticular las movilizaciones de masas, encauzándolas hacia el terreno pantanoso del arbitraje y la negociación institucional. Ciertos, grupos y corrientes que se reclaman del trotskismo han concluido de aquí la necesidad vital de postular como objetivo centralizador de las luchas democráticas de las masas la consigna de lucha por una Asamblea Constituyente Soberana. Aun reconociendo que se trata de un objetivo situado en el terreno de la democracia burguesa, sostienen que la burguesía es incapaz de realizarlo, lo que le conferiría a esta consigna un carácter transicional. Nosotros no abrigamos tales ilusiones. Es indudable que la burguesía es completamente incapaz de realizar una democracia política plena, pero es indudable también que las instituciones parlamentarias de la democracia burguesa no tienen ese significado. Las únicas instituciones a través de las cuales las masas populares podrán hacer valer con entera libertad y de un modo efectivo sus intereses y sus aspiraciones son las instituciones de la democracia proletaria, los órganos de poder soviéticos sometidos al control directo y permanente de las masas. El que a la reivindicación de la Asamblea Constituyente se añada la exigencia de que ésta sea "soberana" no altera en nada su carácter de clase. Por otro lado, las recientes experiencias de Irán y Nicaragua muestran claramente que las consignas de la democracia burguesa no constituyen un componente obligado en la lucha por el derrocamiento de los regímenes totalitarios y que la centralización de las luchas obreras y populares puede y por lo tanto debe darse esencialmente alrededor de sus propios objetivos estratégicos, sus propias organizaciones de clase y sus propios métodos de lucha. Ello no quiere decir que, si el desarrollo mismo de la lucha de clases la impone corro una necesidad objetiva en el combate contra la burguesía y su régimen, no levantaremos ésta consigna en el futuro, pero en tal caso 1o haremos concibiéndola como una consigna democrática más, pasajera o episódica en el movimiento independiente del proletariado, y no como un nudo corredizo democrático pasado al cuello del proletariado por los agentes de la burguesía.

20.- Todo lo anterior supone un combate enérgico y a la vez perseverante por recuperar y colocar en pie de lucha las organizaciones de frente único de las amplias masas obreras y populares, en primer lugar los sindicatos, como una fuerza independiente y contrapuesta al estado burgués, como bastiones del combate por las reivindicaciones democráticas y revolucionarias de las masas. Es en esta dirección que deben orientarse todos los esfuerzos que comprometen hoy los sectores de vanguardia de la clase obrera, estén o no coordinados sus diversos destacamentos militantes a través de organismos como los "Comités de resistencia", "Comisiones obreras" u otros, exigiendo el respeto a los derechos sindicales, la derogación de todas las disposiciones que colocan en interdicción el funcionamiento de estas organizaciones o que les impiden su existencia legal, la elección libre de los dirigentes y la definición de la línea de acción y plataforma de lucha de los sindicatos por vía de asambleas en las que puedan participar y expresarse con entera libertad todos los trabajadores. Toda esta labor, orientada a lograr la reorganización del movimiento obrero y popular como una fuerza independiente, en lucha contra la tiranía y por sus derechos, supone también un combate encarnizado a las burocracias sindicales que, fieles a su rol de "lugartenientes de la burguesía en el seno del movimiento obrero", se empeñan en encadenar a los trabajadores al carro de la colaboración de clases con la fracción supuestamente "democrática" de los explotadores, tratando de impedir que las masas, puedan expresar libremente sus aspiraciones y estructurar su combate independiente. Por ello la lucha por colocar en pie de combate a las amplias masas obreras y populares es inseparable de la reivindicación más enérgica de la democracia y la unidad clasista en las organizaciones sindicales, con el fin de hacer frente y derrotar las maniobras represivas y divisionistas de la burocracia. Estos objetivos se concentran hoy en la lucha POR LA REORGANIZACION DE LA CUT: UNITARIA, CLASISTA Y DEMOCRATICA. Llamamos a la reorganización de la CUT, y no simplemente a la constitución de una Central Sindical cualquiera, porque reivindicamos como un componente central en la lucha por la reorganización del movimiento obrero la experiencia y las tradiciones clasistas y revolucionarias del proletariado chileno simbolizadas en la existencia y el combate de la CUT durante los veinte años anteriores al golpe. Las luchas de hoy, por la recomposición política y organizativa del movimiento obrero, mantienen un hilo de continuidad fundamental con las luchas del pasado, apoyándose en la experiencia y lo mejor de las tradiciones combativas del proletariado, desde los tiempos heroicos de Recabarren hasta el surgimiento embrionario de los órganos de poder de los trabajadores en 1972-73. El significado histórico y político de la CUT como órgano de la lucha de clases fue expresado con las siguientes palabras en la declaración de principios aprobada en su congreso constituyente: "la CUT considera que la lucha sindical es parte integrante del movimiento general de clases del proletariado y de las masas explotadas, y en esta virtud no puede ni debe permanecer neutral en la lucha social y debe asumir el rol de dirección que le corresponde. En consecuencia, declara que los sindicatos son organismos de defensa de los intereses y fines de los trabajadores dentro del sistema capitalista. Pero, al mismo tiempo, son organismos de lucha clasista que se señalan como meta para la emancipación económica de los mismos, o sea, la transformación socialista de la sociedad, la abolición de clases y la organización de la vida humana mediante la supresión del Estado opresor". Es para amarrar a los trabajadores a una política directamente opuesta a estos principios que los burócratas que ayer hicieron todo lo posible por prostituir a la CUT se niegan hoy a impulsar la lucha por su reorganización efectiva.

21.- En un plano político, y siempre en oposición a los intentos que realizan los aparatos traidores del reformismo por arrastrar a los trabajadores al pantano de la colaboración de clases, esta lucha se centraliza en el combate ¡POR UN FRENTE UNICO DE TODAS LAS ORGANIZACIONES OBRERAS Y POPULARES CONTRA EL FASCISMO, POR LA DEMOCRACIA Y EL SOCIALISMO! La lucha por el frente único expresa un anhelo y una necesidad elemental de las amplias masas en el cuadro del combate contra la dictadura: la de su unidad frente al enemigo común. Resume la demanda elemental de la unidad de acción de la clase obrera y las masas populares para impulsar, extender y profundizar sus combates. Precisamente por ello, la lucha por el Frente Unico, que resume y expresa los intereses de la clase obrera, se encuentra en oposición y desenmascara la política traidora de los aparatos reformistas, que resume y expresa los intereses de la burguesía "democrática" en relación con el movimiento obrero. La lucha por el Frente Unico es, en consecuencia, un componente central y decisivo en el combate por la reorganización del movimiento obrero como fuerza independiente de la burguesía, y por abrir paso a una efectiva hegemonía del proletariado revolucionario en la lucha de las amplias masas populares contra la dictadura. En función de este objetivo, de su incesante propagandización en el seno de las masas, es posible alcanzar una acción coordinada de todas las organizaciones políticas que se reclaman del movimiento obrero y que defienden su independencia de clase. En este combate por la recomposición política y organizativa del movimiento obrero, los trabajadores cuentan con sus propios métodos de lucha: la acción directa, multitudinaria y resuelta de las masas, las acciones de huelga, los desfiles y demostraciones callejeras, etc. Serán estas acciones de masas las que, a través de su generalización y centralización en el poderoso torrente de una HUELGA GENERAL REVOLUCIONARIA de carácter insurreccional, permitirán el derrocamiento de la dictadura. Es necesario señalar permanentemente esta perspectiva, que es la única verdaderamente proletaria, de la lucha antidictatorial, preparando las condiciones políticas y materiales de su realización. El derrocamiento dé la dictadura por la acción de las masas en lucha abrirá a su vez, en forma inevitable, una situación de crisis revolucionaria, colocando una vez más en el centro de los enfrentamientos de clase la cuestión de los órganos de poder obrero y popular que serán creados al calor de la lucha, la cuestión del armamento del proletariado y, por sobre todo, la cuestión del GOBIERNO OBRERO Y POPULAR. Si queremos que el movimiento obrero alcance plenamente estos objetivos, si queremos evitar que sufra una nueva y aplastante derrota, ya sea "en frío" o en ''caliente" a manos de un verdugo "democrático" o de un nuevo Pinochet, debemos esforzarnos por centralizar desde ya sus combates en esta perspectiva, la de su independencia de clase alrededor de sus propias organizaciones, métodos de lucha y objetivos. "La emancipación de los trabajadores será obra de los propios trabajadores".

22.- El estallido de nuevas crisis revolucionarias como la que vivimos en 1973, aunque ciertamente no con las mismas características, es inevitable hacia un futuro que puede resultar no lejano. En esa dirección apuntan el desenvolvimiento de todas las contradicciones del sistema, particularmente agudas bajo el actual régimen político. La cuestión decisiva en esos momentos será, como lo fue en el pasado, la del Partido Obrero Revolucionario, la de su existencia y capacidad real para ofrecer a las masas una conducción oportuna, justa y consecuente frente a todos los problemas y desafíos que plantea la lucha por el poder. Ese partido difícilmente podrá ser construido en las condiciones mismas de la crisis. Es necesario construirlo ahora, al calor de las actuales luchas del movimiento obrero por su recomposición como clase, impulsando y conduciendo tanto como sea posible este proceso, estrechando vínculos indestructibles con las masas, ganando su confianza. Tal es el lugar que ocupan todos los esfuerzos que a lo largo de su corta existencia como organización ha comprometido y compromete la LIGA COMUNISTA DE CHILE por la construcción del partido de combate, marxista revolucionario, que la clase obrera y las amplias masas populares requieren para triunfar. Ese partido es por su misma definición el destacamento de vanguardia da la clase obrera y de las masas populares, su destacamento más lúcido y más aguerrido, homogéneo y disciplinado. La LCCH, como ningún otro sector que se reclama del marxismo-revolucionario, ha tratado de ser fiel a esos preceptos, desarrollando con tesón y valentía una amplia labor de crítica al reformismo y al centrismo, de divulgación del marxismo revolucionario, de formación de cuadros, de agitación y propaganda revolucionarias, de denuncia de la dictadura fascista y sus crímenes contra los trabajadores y la inmensa mayoría de los chilenos, todo ello en las difíciles condiciones que impuso al movimiento obrero el triunfo de la contrarrevolución y la instauración de un régimen de terror contra el pueblo. La LCCH ha sido templada en el rigor de este combate, forjando, con su inevitable cuota de mártires, una rica tradición de lucha de la que podemos sentirnos orgullosos con toda legitimidad y que entronca con las mejores tradiciones de lucha del movimiento trotskista internacional. Es sobre la base de este combate, de su continuidad y enriquecimiento permanente en todos los planos, que proseguimos hoy la lucha por la construcción del Partido obrero revolucionario en Chile. Tenemos plena conciencia de las gigantescas dificultades que aun deberemos afrontar en esta lucha, de los grandes obstáculos que se interponen en el camino de las masas en lucha por sus objetivos y de las limitadas fuerzas materiales con que contamos para lograr reorientar el combate de esas masas trabajadoras en la dirección adecuada, en dirección a la revolución proletaria y al socialismo. Desde un punto de vista material, las fuerzas de la contrarrevolución operan con recursos infinitamente superiores a los nuestros, tanto a escala naciona1 como internacional. En el seno del movimiento obrero, en ausencia de una alternativa revolucionaria que pueda ser percibida con claridad por las masas, los aparatos reformistas -especialmente el estalinista- sobreviven a su propio fracaso y han logrado incluso capitalizar en su beneficio le crisis generalizada de las corrientes centristas. Pero así como tenemos conciencia de las dificultades tenemos también una confianza muy grande en la capacidad de lucha revolucionaria de las masas trabajadoras y, sobre esa base, en el porvenir comunista de la humanidad. ¡Con la fuerza incontenible de su organización y de sus luchas, el proletariado se colocará a la cabeza de las amplias masas populares y barrerá todos los obstáculos! Para lograrlo, solo necesita aprender de su propia experiencia a reconocer el verdadero papel que desempeñan en el seno de sus organizaciones los aparatos reformistas y su política de sometimiento a la burguesía. Solo necesita de un Partido revolucionario que le indique el camino. Nosotros junto a los sectores más conscientes y combativos de la clase obrera, construiremos ese partido: la sección chilena de la IV Internacional, el Partido Mundial de la revolución socialista. Para asumir los grandes desafíos que en este camino tenemos por delante, necesitamos hoy ser capaces de construir, al calor de los combates del movimiento obrero, una LCCH más fuerte y unida, que esté en condiciones de hacer oír su voz en todos los más importantes escenarios de la lucha de clases que el propio combate anti dictatorial va decantando día a día, necesitamos que cada uno de nuestros militantes y simpatizantes se transforme en un efectivo agitador y propagandista de las luchas obreras y populares, la revolución proletaria y el partido marxista revolucionario que debemos construir y que estamos construyendo. Al logro de este objetivo central consagramos hoy todas nuestras fuerzas. Tal es nuestra ineludible responsabilidad política.

¡A IMPULSAR, EXTENDER Y PROFUNDIZAR LA LUCHA INDEPENDIENTE DE LAS MASAS POR EL DERROCAMIENTO DE LA DICTADURA!!

¡POR LA REORGANIZACION DE LA CUT, UNITARIA, CLASISTA Y DEMOCRATICA!!

¡POR UN ERENTE UNICO DE TODAS LAS ORGANIZACIONES OBRERAS Y POPULARES CONTRA EL FASCISMO, POR LA DEMOCRACIA Y EL SOCIALISMO!!

¡A REDOBLAR LA LUCHA POR LA CONSTRUCCION DEL PARTIDO REVOLUCIONARIO!!

Liga Comunista de Chile
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